domingo, 8 de noviembre de 2009

Texto: "DE LA NECEDAD DE LA FE Y LA NECESIDAD DE UNA CONCIENCIA CRÍTICA"- por Ariel M. Jacob

Muchas veces escuché –como seguiré escuchando- de la boca de quienes defienden a la fe, argumentos que la consagran como una especie de conocimiento superior, o mejor dicho, como “el” conocimiento. Éste conocimiento es el verdadero y único, aquél que consigue relacionarnos con aquello más real: Dios.


Afirman los necios: “donde la ciencia te niega, yo te afirmo, Jesucristo, Dios hecho Hombre”, o “donde aquellos que pretenden saberlo todo te oscurecen, nosotros encendemos tu luz”, y cosas semejantes.


Y en mis enérgicas discusiones con muchos de éstos me he dado cuenta de que se dividen como en dos grandes grupos o especies: una, la de aquellos que al mostrarles sus incoherencias, al hacerle dudar de sus supuestos, al demostrarles cuan complejo es todo el tema y su relación con otros temas, se cuestionan y asumen una posición, al menos en primera instancia, crítica para con su fe o creencia. Los segundos son aquellos que por su necedad se aferran a un último recurso para seguir viviendo en su globito de nieve, en su mundo fantástico: la fe no se puede comprender, es un misterio (o se relaciona con él), y a su vez contiene más poder que el conocer.

Éstos últimos amplían este argumento o posición con muchas otras opiniones: que el ámbito de la fe es decisión libre de cada uno, que la fe se siente (en el espíritu) y que a su vez constituye una vivencia especial de cada uno, y que no puede ser juzgada por otro, ya sea por otro con fe porque el sentir o vivencia espiritual es individual, ya sea por otro no creyente porque al no estar en el ámbito de la fe no puede “opinar” o conocer esa vivencia como tal.


Lo cierto es que todo esto es dicho de forma muy oscura y hasta a veces contradictoria, hasta el punto de no necesitar yo refutarles porque, como dice ese dicho “no se puede discutir con un loco que dice puras incoherencias”.


Pero es de notar que muchos de los de la segunda clase son , o bien ministros ortodoxos de la religión tal (de ultraderecha de lo religioso), o bien son gente que frecuenta grupos juveniles religiosos en donde generalmente (no siempre) se tergiversan las nociones y significaciones fundamentales de la fe a la que adhieren (en parte por olvido o no enseñanza de la historia de su fe, y de los hechos reales que le conciernen), tornándose el grupo hasta de índole fanática. Claro, en ese estado de exaltación es fácil controlar las mentes, como ya se sabe por la ciencia y por casos documentados de criminales manipuladores.


En fin, volviendo a lo de los grupos, en ellos se genera, no un pensamiento crítico y emociones direccionadas por la voluntad y razón, sino un anti-pensamiento y negación de lo racional a través de la aceptación continua de supuestas “verdades” que, como si fuera poco, tienen que comprenderse desde una fe que en realidad te es regalada por la divinidad. Es decir, se fuerza continuamente a la conciencia a aceptar una verdad, un supuesto que servirá de base para sostener todo el edificio: la Fe. A ese cimiento llevo mis dinamitas.


Primero voy a tratar la consideración de la fe como conocimiento. La fe, dicen, es el conocimiento de las verdades divinas. Es lo que posibilita ver esa “realidad”. Pues déjenme decirles algo: si la fe como conocimiento consiste en la aceptación de una verdad, como la Encarnación (presencia de Dios en la historia, hecho hombre), y esa aceptación se basa en que la verdad es un Misterio, inexplicable de por sí, entonces la fe no es un conocimiento. Un conocimiento siempre es con razones, con fundamentos, siempre dice el por qué, el cómo es, con demostraciones, con carácter lógico, etc. Si la fe consiste en aceptar una verdad que encima no es tal sino un Misterio, entonces la fe no tiene nada que ver con el conocimiento; y menos aún esa fe absoluta y fanática que acepta todo y no se asoma ni un poquito a la conciencia crítica. En este caso, el de la primera especie, el que posee la fe y una actitud crítica, está en una posición mucho más fuerte que el del segundo grupo. Por ello, es muy cierto lo que dice Heidegger en su Introducción a la Metafísica: “… aquella fe que no se exponeconstantemente a la posibilidad de la incredulidad, no es tal fe sino una comodidad y un compromiso consigo mismo de atenerse en lo venidero a la doctrina como a algo en cierto modo legado por la tradición. En este caso, no se trata ni de la fe ni del preguntar sino de una indiferencia desde la que uno puede dedicarse luego a lo que sea, tal vez incluso de manera muy intensa, ya sea a la fe o a la interrogación”.


Por todo esto, vemos que la fe no es un conocimiento, y a su vez vemos que los del segundo grupo están sumergidos en la exaltación mística y la doxa (opinión), y no en la verdad, como pretenden.

Y encima esto empeora para ellos cuando dicen que la fe es un sentimiento del alma y que constituye una vivencia personal e individual intransferible. Y oscurece más el cuadro porque, si la fe es un sentimiento, cae bajo el terreno de los afectos, de lo ligado a lo sensible, bajo el dominio de los sentidos, bajo el dominio del querer o voluntad afectiva. De esta manera, la fe no es un conocimiento sino un querer basado en “lo sentido”, una adhesión voluntariosa, afectiva, a una cosa (en este caso al Misterio). Por lo tanto, aquí el terreno racional se desplaza, se corre para que el “sentir de lo divino” tenga lugar. Si esto no es una exaltación mística no sé que es. Y es oscuro, porque tiene que ver con la negación de la libertad humana. Si la voluntad afectiva desplaza a la voluntad racional humana, desplaza también a la libertad, ya que ésta sólo es posible cuando se da una elección voluntaria discernida racionalmente. Hay libertad cuando hay opción, y hay opciones como tales cuando se consideran racionalmente. En la voluntad “ciega”, la adhesión afectiva, no hay opciones; sólo hay una sola cosa: lo que busca mi afecto, o lo querido por el sentir. Si uno se deja gobernar por las pasiones, pierde su libertad: se vuelve esclavo de ese sentir, y por lo tanto, nunca hay elección propiamente.


Por ello, libertad hay cuando la voluntad se dirige a lo racional, cuando el querer, es un querer crítico, una adhesión consciente y pensada entre opciones. Y aquí se ve el rol fundamental de una conciencia crítica en refutación a los del segundo grupo, pues como aclara Feinmann en el capítulo 1 de Filosofía Aquí y Ahora, su programa de filosofía en canal Encuentro, “…sólo una conciencia crítica es libre; no hay libertad si no está alimentada por la crítica…”.

Todo esto nos lleva a refutar concluyentemente a los del segundo grupo, que como los locos, sostienen lo insostenible. Incluso aunque argumenten que creer, tener fe, los hace mejores personas y que es eso lo que vale, y que ayuda al mundo, igualmente se autorefutan porque quieren justificar con ese estado personal todo el dogma y la fe misma, confirmando asimismo que no es más que autosugestión y autoinfluenciaiento basado en esas supuestas “verdades” que dependen en última instancia de ese sentir que es la fe, y que cae bajo la doxa, bajo lo manipulativo y retórico (persuasivo), y no bajo la verdad.

Y los del primer grupo, los de la fe y conciencia crítica, se hallan en el limbo; o bien caen nuevamente bajo la influencia del gran poder persuasivo y sentimental de la fe, tornándose como aquellos del segundo grupo, o bien terminan por dar el salto haciendo el “click” y comienzan el camino de la cuestión, del preguntar, de la sola conciencia crítica y reflexiva, cuyo suma manifestación es la Filosofía. Ese salto o paso es duro y difícil; siempre se halla acompañado de la experiencia del vacío, de lo oscuro, de la desesperación, de la nada (si es que se puede experimentar en sí). Pues como aclara Feinmann: “Cuando uno empieza a pensar, deja de pertenecer a la manada y pasa a pertenecer a uno mismo… uno se encuentra sólo, y tiene que hacerse cargo de eso…”.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Texto: “CIRCO HOMO SAPIENS”- Por Carlos Abad

Los signos de interrogación se reproducen y transitan su eternidad…

El circo de la vida parece nunca acabarse.

Un tribunal eclesiástico tortura y castiga hombres.

La enviada de dios comanda ejércitos para matar ingleses.

Once millones de personas mueren por la ideología de unos pocos (quizá Nietzsche tenía razón).

Otros cuarenta y cuatro millones perecen de la mano de masivos enfrentamientos.

El mar enfurece y se lleva consigo a trescientas mil vidas.

Una continua lluvia de atentados se cobra la vida de miles de personas.

Parece ser que el viejo Dios sigue de vacaciones. Tal vez el trabajo de crearlo todo fue muy cansador…Pues no quiero creer que millones de fieles devotos se aferren y subordinen a una quimera.


-Padre nuestro que estas en los cielos ¿Dónde has estado?


Es la era de la tecnología.

La violencia forma parte de las leyes de la moral.

Las mentes colapsadas de sexo.

El signo peso ha reemplazado al crucifijo.

El cristianismo ha fracasado.


Sin embargo creo en las millones de personas que diariamente concurren a establecimientos educativos con vistas al futuro, y en muchísimas más, que en su conjunto, y a veces inconscientemente, proclaman ser la voz del cambio.


Y mientras tanto algún otro parece estar perdiendo el tiempo volcando sobre una hoja lo atestiguado…




miércoles, 14 de octubre de 2009

FOTOS DE MAR DEL PLATA

HOLA AMIGOS! AQUÍ LES VAN ALGUNAS FOTOS DE MARDEL, EL VIAJECITO QUE NOS PEGAMOS PARA EL ENCUENTRO NACIONAL DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA (ENEF)...ESPERO QUE LES GUSTEN...

SALUDOSSS!! :D





lunes, 7 de septiembre de 2009

Texto: RECUERDO DE UN HUMANO- por Carlos Abad


“RECUERDO DE UN HUMANO”[1]

La mayor tripulación de la historia del navío más grande, son los autodenominados seres humanos, a bordo de una hermosa nave llamada planeta tierra. Se dice que viajaron desde la nada y hacia la nada desde miles de años en el más oscuro e incierto de los mares, el universo. También se dice que en esa fracción de eternidad en la que existieron se dedicaron a matarse los unos a los otros. En una funesta selva de asfalto cosecharon una conciencia repugnante a tal punto se sellar su destino, tan macabro como idiota y merecido. Su insatisfacción existencial los llevó a invadir navíos ajenos, y su necedad a destruir su propia nave, pareciendo poseer una indomable aversión hacia ella. Tenían razón y un misterioso, atractivo y peligroso sentimiento llamado amor. Millones de ellos adoptaron como capitán del navío a un espectro misericordioso y eterno, un hermoso verbo encarnado, subordinándose a una ilusión. Muchos otros desperdiciaron su existencia posando sus mentes en una estúpida invención de ellos, el dinero. Pocos otros advirtieron que en su naturaleza poseían todas las capacidades, y divagaron suspendidos en los páramos del tiempo. Lo experimentaron todo dentro de sus posibilidades, pero en fin, eran tan débiles que se extinguieron con una leve turbulencia de aquel brilloso mar…



[1] N del A: ¿Misantropía o realismo? Al final de la lectura ustedes lo juzgarán. Al optar por la segunda estarán consintiendo con la primera. ¿Una metáfora realista?